Otros proyectos de la compañía Noctámbulos son:
«El navegante que se quedó en Toledo» (pasajes de la vida del pintor Doménikos Theotokópoulos) original de Ginés Liébana
Nuestra apuesta por el texto teatral El Navegante que se quedó en Toledo, bien dentro del formato tradicional o como lectura dramatizada, viene dada por el reconocimiento y admiración que otorgamos a esta dramaturgia única en su temática.
El dramaturgo e infatigable pintor, niño a sus más de noventa años, Ginés de Liébana, nos invita con El navegante a un apasionante viaje siguiendo la carta de navegación del genial artista conocido como El Greco, que cumplirá su singular destino en un imperial puerto manchego llamado Toledo.
La originalidad de la obra estriba en mostrarnos la personalidad de El Greco a través de su recorrido vital como artista y por tanto los entresijos de su trayectoria pictórica. Acontecen en ella situaciones de la vida cotidiana del pintor en los lugares que le fueron familiares, y en conversación con los diversos personajes a los trató. En este sentido la obra aporta un matiz didáctico al estar hilvanada con datos biográficos e históricos de indudable interés.
Encontramos por ejemplo referencia a los ecos que las pinturas de El Greco provocaron en las altas esferas, lo que nos conduce a una galería de personajes en movimiento que se encarnan tomando la palabra como testimonio vivo a lo largo de un itinerario en el que descubrimos el universo que configura la inspiración creadora del pintor.
Toledo la imperial presta el dédalo de sus calles para que tenga lugar el paseo por la luz, el amor y la muerte de El Greco, para que su ánima, su trazo y color se tornen trascendentes de manera que sus lienzos sigan surcando el tiempo y la historia, alentados por su misterioso soplo creador.
Pero no solamente esta dramaturgia es el vivo retablo de toda una época que bulle y deambula por las variadas escenas de esta pieza, sino que su incuestionable calidad literaria supone un deleite añadido para el espectador.
Ya se trate de teatro, poesía o prosa, Ginés Liébana ha ido adquiriendo a lo largo de los años un lenguaje de gran hondura estética, que va desde el registro culto a la gracia del decir popular, en cuya inserción es un verdadero virtuoso. El hecho añadido de que el propio Ginés sea pintor, y por tanto conocedor de primera mano del proceso creador, aporta una singular visión y plasticidad a la dramaturgia.