«Vidas y Ficciones de la ciudad de Salamanca» fueron una serie de dramaturgias representadas en lugares emblemáticos de la ciudad de Salamanca en formato de teatro de calle durante los años 2002 y 2003
A menudo, el paseo no revela lo que las piedras de Salamanca esconden. Iglesias, conventos, palacios, plazas, antiguas aulas, angostas calles medievales y catedrales hablan por si solas del presente y de la historia de la ciudad, pero la locuacidad de la piedra no es siempre suficiente para intuir lo que este emplazamiento fue y es. Sin embargo, existe una mezcla entre lo culto y lo popular, entre los sabios que la han poblado y las leyendas y las ficciones que configura la rica herencia intelectual y vital que Salamanca ofrece. El estudio del universo, del lenguaje, de las leyes y el humanismo han convivido con los lances estudiantiles, con los duelos a espada y la picaresca, dando lugar a un espacio abierto a múltiples miradas e interpretaciones.
Esta amalgama entre lo intelectual y lo vital es lo que pretende plasmar el programa Vidas y Ficciones de la Ciudad de Salamanca, teatralizando y sacando a la calle, a esos rincones donde ocurrió todo, ese patrimonio intangible del que a veces los monumentos no hablan.
Notas del autor, Antonio Álamo, dramaturgo
La piedra y la palabra
Pocas ciudades se nos aparecen en el paisaje tan monolíticas y pétreas como Salamanca, tan rotundas. Acaso por ello, para estas obras dramáticas lo primero que hemos contratado es el escenario. Fuera focos, fuera cartón piedra, fuera las paredes: nos quedamos sólo con la piedra, el aire y las palabras.
El suelo que pisan nuestros actores es el suelo que estos personajes pisaron, y se mueven y sangran entre las mismas piedras, de común tan pacientes, pacíficas y silenciosas, que ahora, no obstante, reviven viejas memorias para nosotros. Memorias de putas, enamorados, santos, pícaros, hambrientos y furias.
Cielo e infierno
En este diálogo casi imposible entre Santa Teresa y Fray Luis de León hay un tercer personaje invocado, invisible y de muchas caras, Satán, el Príncipe de la Mentira, el Adversario, que se encuentra incrustado en la teología católica de tal modo que sin aquel, no se entiende ésta. «Ahí donde hay santos, hay demonios», escribió San Juan de la Cruz. Santa Teresa también sintió su presencia muchas veces. No obstante, según nos cuenta, por lo común ellos fueron los aterrados. Historias de apariciones, de estremecimientos y de levitaciones inesperadas, en Cielo e infierno dos meditaciones corren paralelas y se enfrentan con el miedo, el silencio y los demonios.
La guerra de los bandos
Si con todo eso hubiera estado hecho y acabado, entonces estaría bien hecho y hasta por bueno yo lo daría. Pero a un golpe sucede otro, y el odio es una cadena de odio. En bandos ardiendo estaban los Manzano y los Monroyes, y a ti, ciudad que me oyes, estas mismas piedras ensangrentaban. Nada en este mundo fue tan caro como la venganza, que tanto se parece a la justicia y a la que sin embargo se opone. Atención, oigo unos caballos, voces escucho: «Tú podrás vengarme. Guerra justa, justicia infinita». La sangre busca y quiere sangre, como las preguntas respuestas.
La Celestina
Donde hay escalas, hay tropiezos
Para esta versión de «La tragicomedia de Calixto y Melibea» nos han interesado más aquellos aspectos que apuntan a la comedia: lo paródico y lascivo, lo misógino y lo descaradamente sexual. Hemos preferido al Calisto mentecato antes que al romántico, al héroe burlado, que nadie toma medianamente en serio, al bufón y al idiota, y nos ha interesado asimismo, lo que de Dulcinea hay en Melibea, y de Celestina lo que tiene de puta teñida de rubio, de lesbiana, de cínica, de hedonista y de canalla. Un personaje que si hoy existiera acaso lo encontraríamos echando las cartas o vendiendo un paquetillo de droga, pasando unas hierbas para un aborto o tuteando a abogados y comisarios para sacar de apuros a un protegido… De tanto que les duele, estos personajes nacieron para hacer burla del amor.
Lazarillo. Las lecciones del hambre
El sentido del humor de Lázaro de Tormes siempre me ha parecido un tanto macabro. Toda la obra está teñida de eso tan español que es reírse de la desgracia ajena y hacer de los muertos un chiste. Da la sensación de que aquí nunca los personajes ríen juntos, pues si ríe el ciego, sufre Lázaro, y cuando ríe Lázaro, sufre el ciego. Por momentos se acaba desprendiendo una cierta ambigüedad, y es la de si Lázaro está muerto, vivo o resucitado. Barrunto yo que el nombre del protagonista, Lázaro, no ha sido elegido al azar por su autor, pues inevitablemente nos trae el recuerdo del Lázaro resucitado de los evangelios. Se trata, como mínimo, de un muerto de hambre.
La cueva de Salamanca
Adaptación de la dramaturgia original La cueva de Salamanca: Ocho comedias y ocho entremeses de Miguel de Cervantes
Niebla
Adaptación de la novela Niebla de Miguel de Unamuno (nivola como el propio autor la denominó según su particular terminología)
Ficha técnico-artística
Reparto
Cielo e infierno
Eduardo Usillos
Rosa Gómez
La guerra de los bandos
Juan Luis Sara
Miguel Miñana
Miguel Martín
Izán Tabarca
Susana Andrés
Marisa Ibáñez
La Celestina
Susana Andrés
Marisa Ibáñez
Izán Tabarca
Juan Luis Sara
Virginia González
Lazarillo. Las lecciones del hambre
Máximo Esteban
Miguel Martín
Miguel Miñana
Eduardo Usillos
La cueva de Salamanca
Susana Andrés
Virginia González
José Antonio Sayagués
Juan Luis Sara
Alfonso Mendiguchía
Niebla
Juan Luis Sara
Marisa Ibáñez
Iván Gisbert
Asesor de esgrima
Vicente Vázquez
Estudio de mezclas
VU
Diseño espacio sonoro
Félix Auvitrón
Operador casting
Francisco Higuera
Realización y ambientación utilería
Juan Manuel H. Seisdedos
Maquillaje y peluquería
Rocío Santos
Ysabel Pérez
Diseño y realización de vestuario
Ludy Ruiz
Alaitz Cabriada
Ayudante de dirección y coordinación
Naikari Díaz
Dirección de producción
David García
Eneko Aguirre
Producción
Cardinal P.C S.L
Dramaturgia
Antonio Álamo
Dirección de escena
Jesús Cracio
José Luis Serrano